El día ya prometía. Cuando nos entregaron el martes el programa definitivo del curso al que asistíamos (en un Centro Penitenciario cualquier acto es susceptible de sufrir cambios en cualquier momentos) y vi que hoy abrían la jornada Enrique Seijas, periodista y escritor granadino y David González ZAAFRA, de quien me atrevería a decir que es uno de los mejores pintores que ha dado esta tierra acompañados con el oboe de Miguel Ángel Morón, ya sabía que la jornada podía dar mucho de sí.
Como no podía ser de otro modo, en su recital poético nos han traído poemas del también granadino Benítez Carrasco, como su bellísima "Soleá del Amor" y de Quevedo, éstos últimos mientras la música del oboe acompañaba la proyección de las treinta láminas que ilustran el libro recientemente presentado “Rincones de Granada”, unos rincones, que bajo el pincel de Zaafra parecen más nuestros, más románticos y más cercanos. Son los rincones de mi Granada.
A pesar de las dificultades técnicas que puede tener un recital de este tipo en un centro de estas características éste ha sido un completo éxito.
Poco después, un skech teatral, “La Pena” de José Moreno Arenas interpretado por internos del centro y tras éste una “Ópera Flamenca: Esto no es una zambra” dirigida por Gregorio Rosillo Requena e interpretada por los grupos de teatro y flamenco del Centro Penitenciario.
No es una obra como las que habitualmente podemos ver en un teatro, más bien ha sido como pasar por una calle de Granada y quedarse a mirar la vida de los gitanos, esta vez, un bautizo gitano donde el vino, la música, el cante y el buen baile se mezclan en un festejo de hondas raíces y antiguas costumbres. Nosotros pasamos por esa calle igual que pasa una pareja de franceses que son cortésmente invitados a permanecer en la celebración y así, nos dan pie a ver con otros ojos esa cultura suya tan hermética y a la vez abierta, tan desprendía y tan alegre donde todo el mundo es bien recibido.
Apenas han ensayado diez días pero dentro de poco, con más ensayos a cuestas y corrigiendo algunos pequeños fallos “del directo” volverán a interpretarla en un acto público dentro del centro penitenciario y entonces, seguramente, será todo un éxito como también lo ha sido hoy.
Entre los vecinos que se unen al baile hemos tenido el lujo de ver a Lidia, una bailaora a la que tenía perdida de vista hace unos años y que sigue teniendo el mismo arte y la misma fuerza que ha tenido siempre.
Y para finalizar, estas cosas tienen también su parte institucional, no queda otro remedio y esta vez la clausura ha estado a cargo de la Delegada de Educación de Granada, el Director del Centro Penitenciario y el Director de nuestro Centro Asociado.
Gracias, José Antonio por haber hecho posible otra vez esta experiencia y a ver si el próximo verano el Centro se “embarca” en más cursos, que puerto, a Motril… no le falta.
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